viernes, 8 de enero de 2010

La Pulsera del Sol



La Pulsera del Sol


Hace un tiempo ya que no uso reloj de pulsera. Y aunque todavía cargo dos de esas máquinas que devoran el tiempo en mi teléfono móvil y en el reproductor de música, son diferentes a llevar el tiempo enroscado en la muñeca. Como una serpiente de plata estrangulando la sangre de mi brazo, mi último reloj fue un regalo de una tía para verme un poco más "elegante". Pero poco a poco pasó de elegante accesorio a elegante molestia.

El problema era que su peso abrumador constante asfixiante sofocante me recordaba que tenía que mirarlo, escucharlo y adorarlo. Y por mi mente no dejaba de pasar la idea de que me estaba transformando en un conejo de ojos rosado vestido con chaleco y que mirando su reloj de bolsillo que gritaba a cada instante:  "¡Dios mío! ¡Dios mío!¡Qué tarde voy a llegar!".

Cuando me di cuenta de que me estaba volviendo esclavo de un instrumento que pretendía estar a mi servicio, decidí abandonarlo. Y una mañana hace ya varios meses, después del rito sagrado del baño,  el grillete que me colocaba todos los días antes de bajar a desayunar, se quedó tranquilo y sin decir ni una sola palabra de desaprobación en la gaveta de la mesa a la par de mi cama. Ahí lo dejé, como lo dejaba todas las noches antes de ir a dormir, yo descansando y el en su continuo e incansable trabajo.

Liberado al fin, gracias a la casualidad, encontré un compañero nuevo que ocupa el espacio dejado por el anterior tirano. Algo que me recuerda lo fácil que es perder la vida tratando de seguir a tiempo el tiempo. Apareció sin buscarlo, en una venta de artesanías en una parque de mi país, la Pulsera del Sol. Por el nombre con que la bauticé, pareciera un artefacto ancestral de alguna vieja civilización, destinado a no se que fin místico. Pero en realidad, es una pulsera de cuero café, rodeada de varios cordones también del mismo color, que sostienen una pieza de madera, donde se encuentra la figura de un sol grabado y de color blanco.

Curiosamente, gracias a esa capacidad que de auto condicionarnos que nos hace recordar que todavía somos de esencia animal como los perros de Pávlov; de cuando en cuando vuelvo a repetir el gesto de alzar mi brazo y acercar mi muñeca a mi rostro, bajar los mirada y buscar la el tiempo perdido en forma de reloj. Pero para mi alegría, lo que me encuentro es un Sol, que me recuerda que la vida es tan preciada como todas las estrellas juntas e indudablemente hay más tiempo que vida.

6 comentarios:

  1. indudablemente mi estimado... hay mas tiempo q vida..! :D

    ResponderEliminar
  2. el reloj es un vampiro que ataca por la muñeca...

    ResponderEliminar
  3. Yo hace mucho tiempo que no miro mis muñecas.

    Sol, Mate y Libros... Eso sí que es aprovechar el tiempo.

    Saludos, Mau :)

    ResponderEliminar
  4. ¿Cómo sería un reloj de caracol? Para los caracoles el tiempo nunca vuela...se arrastra.

    ¿Madio tiene blog? me gusta cómo escribe. ;-)

    ResponderEliminar
  5. hola, aun no he hecho mi ejersucio, ironicamente por falta de tiempo, ¿ pero k estoy diciendo ?....eso me pregunto siempre cuando pienso: no tengo tiempo. Posiblemente a muchos se nos va el tiempo por estar mirando un reloj, demasiadas veces... aunque por sierto no lo llevo en la muñeca, sin embargo el pensar que no tenemos tiempo, nos atrasa, obstruye la mente, nos detiene... definitivamente tenemos mas tiempo de lo que creemos... pero hay k aprovecharlo al maximo.

    ResponderEliminar
  6. nunk me gustaron los relojes, de hecho no he usado uno en años. Me sentía tan atada con uno en la muñeca q un día decidí q no me iba a martirizar más... Se vive mejor a mi ritmo q al ritmo de las manecillas...

    ResponderEliminar