He sido traicionado y por mis propios hijos. Ingenuamente pensé que mis escritos podrías vivir tranquilos sin saber a quien pertenecen como pequeños afectos huerfanos de madre esperando a que cualquiera los adoptará para ser recitados en festivales de cuentos, dedicados a alguna enamorada o disfrutados por pocos lectores de un blog perdido en el infinito continente de la red. Pero de alguna manera estos pequeños niños de la tinta de mis entrañas han logrado vengarse de su padre.
Mi consejo para todo el que escribe: los afectos que desbordamos en el papel, no los dejen morir en soledad. Que la cigueña de la red los lleve ante su madre y cuando sean rechazados, los aceptan de nuevo en su hogar. Ellos aprenderán la lección de no correr hacia los brazos de la primera mujer por la que su padre suspiró. Así evitaran ser traicionados como yo, cuando un par de mis escritos llegaron a las manos de su madre y le hablaron. La venganza de estos pequeños hijos míos se completo cuando su madre se enamoró de ellos sin saber que eran suyos. Y como pasa hasta en las mejores familias, a veces la madre quiere a los hijos, pero no necesariamente al papá que los engendró.
Nota al margen: Si alguien quiere dedicar, rezar, recitar o utilizar para cualquier fin amoristico, alguno de los pequeños niños que andan por este blog jugando, por favor, no le avisen a su padre, él todavía esta buscando la forma de que la persona a quien le escribe y quien lo quiere, sean las mismas. Chas gracias!.
Te pasaste increible
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